Thursday, May 3, 2018

women's work

(Traducción al español a continuación)

"Can I do that?"

She was hesitant to anoint the body of her love.  He had died minutes earlier, just before she arrived for her daily visit.  We had been talking for weeks about the possibility that he would go when she wasn't there because it might be too hard for him to let go with her at his side.  And so it was that he died peacefully right before she walked in on that rainy morning.  She was tearfully sitting with his body when I asked if she'd like to anoint  him.  We had no special oils, only some wonderful smelling lotion, but it would do just fine.  And that's when she expressed her concern that the funeral home or the staff at the nursing home might be upset if she did.  Certainly the "professionals" had rules that must be followed.  She was visibly relieved when I reminded her of her own power and of her place in the long line of women who throughout the ages have prepared bodies for burial.  She forgot about the professionals pretty quickly.

We stepped into sacred space together as she gently, lovingly massaged his body with the sweetly scented lotion, telling stories of how they had met six years earlier: "two hellraisers who just happened to find each other."  She laughed and cried and hugged me hard.

blessing the boats
(at St. Mary's)

may the tide
that is entering even now
the lip of our understanding
carry you out
beyond the face of fear
may you kiss
the wind then turn from it
certain that it will
love your back   may you
open your eyes to water
water waving forever
and may you in your innocence
sail through this to that

~ Lucille Clifton

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trabajo de mujeres



¿Puedo hacer eso?

Dudaba que pudiera ungir el cuerpo de su amado.  Había muerto justo antes de que ella llegara para su visita diaria.  En las últimas semanas, habíamos hablado de la posibilidad de que él se iría cuando ella no estuviera porque posiblemente sería demasiado difícil soltar con ella a su lado.  Y así pasó: murió tranquilamente unos minutos antes que llegara en esa mañana lluviosa.  Estaba llorando, sentada junto a su cuerpo, cuando le pregunté que si quería ungirlo.  No teníamos óleo especial, solamente una botella de loción perfumada, pero serviría bien.  Y fue entonces cuando expresó sus dudas, que la funeraria o las enfermeras de la residencia se enojarían si lo hiciera.  Ciertamente los "profesionales" tenían reglas que había que obedecer.  Se quedó tranquila cuando afirmé su poder y su lugar en la larga fila de mujeres que a lo largo de los siglos han preparado los cuerpos para el entierro.

Entramos juntas a este espacio sagrado mientras ella masajeaba suavemente su cuerpo con la loción perfumada, contando historias de cómo se habían conocido hace seis años: "dos desmadrosos que por casualidad se encontraron." Reía, lloraba, y me abrazaba fuerte.

la bendición de los barcos
(en Santa María)

que la marea

que está entrando aún
al borde de nuestra comprensión
te lleve más allá
de la cara del miedo
que beses
al viento y después apartes de él
seguro de que 
amará tu espalda   que te
abras los ojos al agua
agua ondeando para siempre
y que tú en tu inocencia
navegues por esto hasta eso

~ Lucille Clifton