(Traducción al español a continuación)
Here's what we know for sure. She was suffering from osteomyelitis, a bone infection that was raging through her body. Her mother, Rose, had four other children at home. Every night she would tuck them in, then walk about a mile to the hospital to keep watch over her eldest child who seemed to be slowly slipping away. Years later, when Rose was nearing her 100th birthday, she would tell the story, how one night the nurses told her that she should go home and attend to her other children since this little girl was not going to make it. She told of her anger and how she ripped the bandages off of her daughter's infected wounds, insisting that they move her across town to another hospital.
Here's what we don't know for sure: what the nurses actually said. Perhaps it doesn't really matter since what Rose heard ~ maybe in her heart ~ was that her child was expendable, that "you Italians" have big families, so losing one shouldn't be so bad. Rose was having none of that. Her little girl was moved and she did survive. It wasn't easy getting through the illness ~ there were body casts and repeated surgeries, her terror every time the ether mask would descend to push her into oblivion . . .
The little girl who was not supposed to make it lived to be 95. As she got older her memories became more vivid, as though time were collapsing in on itself, creating an infinite moment that allowed her old-woman self to embrace the spirit of the terrified ~ but awfully brave ~ little girl. As I listened, I felt I was coming to know her little girl self. It was time travel at its best.
The day before she died she found herself in the same hospital where they had saved her life so many years ago. This time around the goal was to get her home where she could ease gently out of this life. I was working on this when out of the blue, she started to have excruciating pain. As the nurse ran to get her medication, tears streamed down her face and her eyes grew wide. Staring intently at me, she pleaded: "I want my mommy."
And just for an instant, there she was: the scared little girl, alone in the hospital. She stayed just long enough to complete the circle of life, from child to crone and back, her brief presence a blessing to me, her future daughter. I am so grateful I got to meet her.
With deep gratitude for my nonna, Rose, and my mamma, Mary Frances
Mother's Day 2018
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mamma love/amor de mamá
Esto es lo que sabemos por seguro. Ella sufría de osteomyelitis, una infección de los huesos que viajaba por su cuerpo. Su mamá, Rose, tenía otros cuatro hijos en la casa. Cada noche, cuando se habían dormido, caminaba una milla al hospital para vigilar a su hija mayor que poco a poco se ponía más débil. Años después, cuando Rose cumplió 100 años, contaba la historia, de una noche cuando las enfermeras le dijeron que debería irse a casa a cuidar a los otros niños, ya que esta niña no iba a sobrevivir. Hablaba de su rabia, de como sacó a fuerzas las vendas de las heridas infectadas de su hija, insistiendo que se la llevaran al hospital al otro lado de la ciudad.
Esto es lo que no sabemos por seguro: lo que las enfermeras dijeron en realidad. Tal vez no importa ya que lo que Rose oyó ~ quizá en su corazón ~ era que su hija era prescindible, que "ustedes los italianos" tienen familias grandes, así que perder a una hija no sería tan horrible. Rose no aceptaba nada de esto. Movieron a su hijita y sí sobrevivió. No era fácil vivir por esa enfermedad ~ había escayolas del cuerpo y varias cirugías, su terror siempre que se descendía la máscara de éter a empujarla al olvido. . .
La niñita que no iba a sobrevivir vivió 95 años. Mientras envejecía, sus recuerdos se hacían más vívidos, como si el tiempo se derrumbaba en sí, creando un momento infinito que permitía que la viejita abrazara al espíritu de la niña asustada, pero muy valiente. Yo escuchaba y sentía que llegaba a conocer a esta niñita. Era como viajar en el tiempo.
El día antes de que murió, ella se encontraba en el mismo hospital donde le habían salvado la vida hace muchos, muchos años. Esta vez la meta era llevarla a su casa donde podría salir suavemente de esta vida. Yo arreglaba esto cuando de repente empezó a sentir dolor aplastante. Mientras la enfermera corria a conseguir la medicina, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas y sus ojos se pusieron grandes. Mirándome con intensidad y miedo, me rogó: "Quiero a mi mami."
Y por un instante, estaba ahí: la niñita asustada, sola en el hospital. Se quedó conmigo sólo un instante, suficiente para cumplir el círculo de la vida, de niña a anciana a niña otra vez, su breve presencia una bendición para mí, su futura hija. Estoy tan agradecida que tuviera la oportunidad de conocerla.
Con profunda gratitud a mi nonna, Rose, y mi mamma, Mary Frances
Día de las Madres 2018