Pilar and Daniel Weinberg’s son was baptized on the coast. The baptism taught him what was sacred.
They gave him a sea shell: “So you’ll learn to love the water.”They opened a cage and let a bird go free: “So you’ll learn to love the air.”
They gave him a geranium: “So you’ll learn to love the earth.”
And they gave him a little bottle sealed up tight: “Don’t ever, ever open it. So you’ll learn to love mystery.”
Eduardo Galeano
Walking Words (Palabras Andantes)
He’s only visible a few times each month . . . on starry nights when the crescent moon is waxing. I look up and there he is: the Cheshire cat. It’s so easy to imagine his body taking shape, and I always enjoy his slightly crazy energy as he comes alive in my mind. It’s the kind of energy that inspires me to stop taking myself so seriously, to laugh more and have some fun. That crazy lunar cat always makes me smile.
It’s funny how stargazing is one of the things that keeps me most grounded in my life. When I read Galeano’s words, I wonder if noticing the stars is one of my “little bottles of mystery.” When I get lost in the stars, it’s easier to remember that our lives here are just miniscule specks in the greater universe ~ we are truly stardust. When I get lost in the stars, I become part of a brotherhood that has pondered the starry skies for millennia, weaving stories and myths out of the constellations. I take my place in a sisterhood that cycles for much of our lives with the moon. There are stories in the sky ~ stories woven and retold throughout the ages. I am just one more soul who remembers the stories, and like many others, I’m sure, I embellish or rewrite them to suit my own purposes.
Like Orion, that old hunter who’s so prominent in the winter sky ~ the three stars of his belt make him one of the most easily identified constellations.
He looms over the southern sky chasing, some say, the scorpion who killed him (Orion was conveniently resurrected, so the chase goes on in perpetuity). It’s a great story. But with apologies to the great hunter, I must say that I’ve always seen Orion as a butterfly, winging with determination toward some cosmic butterfly Mecca. It amuses me to think of Orion ~ that macho, hunter dude ~ contemplating his “inner butterfly.” Talk about mystery.
When I was a kid, I used to collect caterpillars. I’d carefully put them in jars, feed them leaves, and watch in awe as they wove their cocoons or chrysalises. I sat for hours on end watching them, and when they were finally ready to bust loose, I released them, transformed, so they could live out their days in the wilds of my backyard. I never wanted to hang on to them: it was the metamorphosis that fascinated me.
It was that same fascination that caused me to travel to Mexico in February, 2009. I had learned that Monarch butterflies migrate from the United States to Central Mexico each autumn, spending the winter dormant. They tend to arrive in Mexico ~ Michoacán and the State of Mexico ~ around Day of the Dead/Día de los Muertos, which leads some to believe that they are the souls of children who have died. They start to awaken in February to mate and begin their migration northward. Most die shortly after they leave Mexico, and their offspring continue the migration.
The thought of such fragile creatures traveling so far is astonishing in itself, but I am most intrigued by the special generation that actually makes the journey. Most Monarchs live only a few weeks, but certain Monarchs ~ called the Methuselah Generation ~ live 7-8 months, with the specific purpose of migrating to warmer climes. To put it in human terms, if the average Monarch lived 75 years, a Methuselah Monarch would live for 525! Somehow I think Orion the Hunter could get his brain around his inner “Methuselah Monarch.” Gentleness and strength make a winning combination, and there’s nothing wimpy about a butterfly that can travel thousands of miles, following an instinct to push ahead, mate, and die when its time comes.
Being surrounded by these remarkable creatures as they were awakening and preparing for the final phase of their lives ~ with a whole lot of butterfly nookie going on as they followed their instinct to keep life going ~ well, it was one of the most mystical experiences I've ever had.
So now when I look up to see “Orion the Butterfly” winging across the night sky, I make the myth mine. It reminds me to follow my own inner call with just as much passion as those not-so-delicate Methuselah butterflies that I communed with during three magical days last year. The mystery continues in the stars. Because really (channeling Robert Frost) . . .
One could do worse than be a gazer of stars.
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El Cazador, la Mariposa, y el Gran Miau Cósmico
El hijo de Pilar y Daniel Weinberg fue bautizado en la costanera. Y en el bautismo le enseñaron lo sagrado.
Recibió una caracola: "Para que aprendas a amar el agua."
Abrieron la jaula de un pájaro preso: "Para que aprendas a amar el aire."
Le dieron una flor de malvón: "Para que aprendas a amar la tierra."
Y también le dieron una botellita cerrada: "No la abras nunca, nunca. Para que aprendas a amar el misterio."
Eduardo Galeano
Palabras Andantes
Sólo se ve unas cuantas veces por mes . . . en las noches estrelladas con la luna creciente. Miro hacia arriba y allí está: el Gato de Cheshire. Es tan fácil imaginar su cuerpo adquiriendo forma, y siempre me encanta su energía ligeramente loca mientras toma vida en mi mente. Es una energía que me inspira a dejar de tomarme a mí misma tan en serio, a divertirme y reir más. Ese loco gato lunar siempre me hace sonreír.
Es interesante que esto de observar las estrellas (stargazing) es una de las cosas que más me ayuda a tener los pies bien plantados en la tierra. Cuando leo las palabras de Galeano, me pregunto que si el ver las estrellas no sería una de mis “botellitas de misterio.” Cuando me pierdo en las estrellas, es más fácil recordar que nuestras vidas aquí no son más que pequeñas motas en el universo inmenso ~ verdaderamente somos polvo de estrellas. Cuando me pierdo en las estrellas, me hago parte de una hermandad que ha contemplado, por miles de años, los cielos estrellados, tejiendo historias y mitos de las constelaciones. Me junto con una hermandad femenina que vive los ciclos de la luna gran parte de nuestras vidas. Existen muchas historias en el cielo ~ historias tejidas y contadas a lo largo de los siglos. Yo soy solamente un alma más que recuerda las historias, y como muchos otros, seguramente, las re-imagino para que me convengan mejor.
Como Orion, por ejemplo, ese viejo cazador tan destacado en el cielo de invierno ~ las tres estrellas que forman su cinturón lo hacen una de las constelaciones más facilmente identificadas.
Domina el cielo del sur, persiguiendo, algunos dicen, el escorpión que lo mató. (Orion fue resuscitado convenientemente, así que sigue eternamente la persecución). Es una historia magnífica. Pero, pidiendo perdon al gran cazador, debo confesar que siempre he visto a Orion como una mariposa, volando con determinación hacia alguna Meca cósmica de mariposas. Y sonrío, pensando que Orion ~ el macho cazador ~ esté contemplando su “mariposa interior.” Hablando del misterio . . .
De niña coleccionaba orugas. Cuidadosamente las guardaba en tarros, dándoles hojas de comer, observando asombrada mientras creaban sus crisálidas. Pasaba horas sin fin mirándolas, y cuando por fin llegaba el momento de salir, las liberaba, transformadas, para que vivieran su días en las tierras silvestres de mi patio de atrás. Nunca pensé guardar las mariposas: lo que me fascinaba era la metamorfosis.
Fue esa misma fascinación me inspiró a viajar a Mexico en febrero, 2009. Había aprendido que cada otoño las mariposas Monarca hacen una migración desde los Estados Unidos hasta la parte central de Mexico, pasando el invierno allí en hibernación. Suelen llegar a México ~ Michoacán y el Estado de México ~ alrededor del Día de los Muertos, cosa que les hace a algunas personas creer que son las almas de los niños que han muerto. Empiezan a despertarse en febrero para reproducir y comenzar otra vez su migración hacia el norte. La mayoría mueren poco después de salir de México, y sus descendientes siguen con la migración.
Me asombra pensar que estas criaturas tan frágiles viajen tan lejos, y me fascina la generación especial que hace la jornada. La mayoría de las Monarca vive unas semanas, no más; pero ciertas Monarca ~ llamadas la Generación Matusalén ~ viven 7-8 meses, con la tarea específica de migrar a climas más calurosos. Para expresarlo en terminos humanos, si una Monarca típica viviera 75 años, una Monarca Matusalén viviría 525! Pensándolo de esta manera, creo que Orion el Cazador podría relacionarse con su “Monarca Matusalén” interior. La combinación de la gentileza y la fuerza es algo maravilloso, y una mariposa que puede viajar miles de kilómetros, siguiendo su instinto para avanzar, reproducir, y morir cuando llegue su hora ~ pues eso no tiene nada de débil.
Rodeada de estas criaturas extraordinarias mientras se despertaban y se preparaban para la última etapa de sus vidas ~ y eso quería decir que había bastante nookie* de mariposa, ya que seguían su instinto para crear nueva vida ~ pues fue una de las experiencias más místicas que jamás he tenido.
*término gracioso/anticuado que denota el sexo
Así que ahora cuando miro para arriba y veo “Orion la Mariposa”, volando por el cielo nocturno, reclamo el mito, recordando que debo escuchar mi propia llamada interior con la misma pasión que estas mariposas Matusalén, no tan delicadas, con quienes compartí tres días mágicos el año pasado. Y sigue el misterio en las estrellas. Porque de veras (Gracias, Robert Frost) . . .
Hay cosas peores en la vida que ser observador de estrellas ...*
* inspiración del poema “The Birches” (Los Abedules) que termina con la linea: Pues hay cosas peores en la vida que ser columpiador de abedules (One could do worse than be a swinger of birches)