Sunday, November 10, 2019
borders
Hope is believing in spite of the evidence,
and watching the evidence change.
~ Jim Wallis
The little girl with the dancing eyes has not yet realized that she lives in squalor. What will explode in her when she does?
Trying to escape the extreme danger in their Central American countries, they left everything behind and bundled up their families to make the harrowing journey north, only to end up trapped with 1,000 other people, living ~ surviving, really ~ in unshaded tents on steamy concrete in Matamoros, Mexico. Across the International Bridge from Brownsville, Texas, the Land of the Free is just out of reach, as is the possibility of applying for asylum, given recent changes in the law that mandate that they stay in Mexico. They are in limbo in this desolate place, where the relentless heat, humidity, and hopelessness meld to form a wall as impenetrable as any made of steel. The hours turn into days turn into weeks and sometimes spirits break; desperation takes over as young parents attempt to escape the misery, swimming the Río Grande, children in tow, and perishing in the hidden current. Or making it across, only to be thrown into the "hielera" ~ the "freezer box" ~ where the overly refrigerated air blows relentlessly, chilling them to the bone as they lie on concrete floors. The flimsy mylar blankets they receive are no match for the perversity of the hielera torture that freezes out the vulnerable while frying our consciences and our earth.
Yet some consciences are piqued, not fried, by the relentless, fear-filled propaganda currently permeating our political discourse. So it is that Team Brownsville came to be. Starting as a small volunteer organization, a group of Brownsville teachers felt they had to do something to reach out to the many migrants who were ending up at the bus station, hoping to be re-connected with loved ones around the country. As the migrants have become trapped in Mexico, and as their numbers have increased, so too have the volunteers from around the country. In early October, I was one of them. The most common explanation for why we were there? For most of us it was: "I just had to do something." Or, as a woman from Chattanooga, TN told me as we were making salad for 700 people: "I want to be able to tell my grandkids that I was on the right side of history."
The little girl with the dancing eyes runs toward me and gives me a big hug. She remembers me because I was kind and playful when I met her at the "escuelita", a weekly sidewalk school that my friends David and Melba help organize. She is easily recognizable to me because of her big smile and the delightful kitty-ears headband she wears. Her name is Pearl ~ Perlita ~ and I cannot think of a better name for a little one so bright and alive. How long will she shine? How long until she starts to recognize the poverty, the hopelessness? Or will she, I pray, be blessed with a resilient spirit, inspiring others to be brave, to hope, to overcome . . .
I was recently asked, "So, what is the solution?" I don't have one; but here's what I know:
That recognizing our common humanity is crucial.
That I have no idea what it's like to have made such a treacherous journey, so I'd best be humble when talking about the people who do.
That yes, we need borders, but maintaining them should not betray our ideals.
That children should not be separated from their parents.
That our long, checkered history of military intervention throughout Latin America ~ and specifically Central America ~ is a major reason so many people are fleeing the so-called "Northern Triangle" countries. Because of this, the United States bears much responsibility for this humanitarian crisis; we should be debating how our country can best help to encourage more stability.
That the money being spent on that godforsaken, ineffective "Wall" would be much better spent on immigration judges and courts so that asylum seekers would have the opportunity to present a claim. They might not be approved, but they would be treated with respect and we would be "on the right side of history."
That's what I know. Today, anyway.
On my last night in the camps, I helped a young father from Honduras translate some paperwork. When the time came for me to go, he looked at me and said, not unkindly, "Thank you. I'm glad you get to cross." I walked across the international bridge slowly, with tears in my eyes, as I returned to my life of freedom and spaciousness, glancing down at the river that has taken the lives of so many, just seeking to be safe and free.
The little girl with the dancing eyes ~ Perlita ~ reminded me of one more thing that I know:
That sometimes a lively 4-year-old ~ whose eyes sparkle brightly in spite of the darkness that surrounds her ~ sometimes someone so seemingly insignificant can save our souls, if we would just take the time to really see her.
(If you would like to "do something", the following organizations can always use donations: AID NW, www.aidnw.org; and Team Brownsville, www.teambrownsville.org. Thank you.)
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fronteras
La esperanza es creer a pesar de la evidencia,
y observar mientras la evidencia cambia.
~ Jim Wallis
La niñita con los ojos danzantes todavía no se ha dado cuenta de que vive en una situación miserable. ¿Qué estallará en ella cuando lo reconozca?
Tratando de escaparse del peligro extremo en sus paises centroamericanos, dejaron todo para hacer la jornada desgarradora al norte, con el fin de quedarse atrapados con 1.000 personas, viviendo ~ sobreviviendo ~ en tiendas de campaña en el pavimento caliente en Matamoros, Mexico. Al otro lado del Puente Internacional de Brownsville, Texas, la Tierra de los Libres ("Land of the Free") está justo fuera del alcance, igual que la posibilidad de pedir asilo, ya que las leyes han cambiado y deben quedarse en Mexico. Están en limbo en este lugar desolado, donde el calor incesante, la humedad, y la desesperanza se mezclan para formar un muro más impenetrable que uno de acero. Las horas se vuelven días se vuelven semanas y a veces los espíritus rompen; agobia la desesperación mientras los jovenes padres de familia intentan cruzar el Río Bravo, llevando a sus niñitos, y desaparecen en la corriente escondida. O llegan al otro lado, donde los llevan a la "hielera", con el aire demasiado refrigerado soplando sin pararse, congelandolos hasta los huesos mientras tratan de dormir en los suelos de concreto. Las cobijas de mylar que reciben no dan protección de la perversidad de la tortura de la hielera que congela a los vulnerables mientras destruye nuestras consciencias y nuestra tierra.
Pero algunas consciencias están despertadas, no destruidas, por la propaganda miedosa que actualmente permea nuestro discurso político. Es así que llegó a formarse Team Brownsville. Empezando como una organización voluntaria, un grupo de profesores en Brownsville sientieron que tenían que hacer algo para ayudar a los muchos migrantes que llegaban a la estación de autobuses, esperando a juntarse con sus seres queridos en otras partes de este país inmenso. Ahora, con los migrantes atrapados en Mexico, y mientras sus números han aumentado ~ también ha aumentado el número de voluntarios de todo el país. En octubre de este año, yo fui una de ellos. ¿La razón más común que dimos para estar ahí? Para la mayoría fue, "Sabía que tenía que hacer algo." O, como me dijo una mujer de Chattanooga, TN mientras hacíamos una ensalada para 700 personas, "Quiero poder decirles a mis nietos que estaba al lado correcto de la historia."
La niñita con los ojos danzantes corre hacia mí y me da un fuerte abrazo. Me recuerda porque era amable y jugaba con ella cuando la conocí en "la escuelita", una escuela en el pavimento que organizan mis amigos, David y Melba. Yo la reconozco facilmente por su sonrisa grande y la diadema de orejitas de gatito que lleva. Se llama Perlita, y no puedo pensar de un nombre mejor para una niñita tan brillante y viva. ¿Por cuanto tiempo brillará? ¿Cuánto tiempo hasta que reconozca la pobreza, la falta de esperanza? O acaso será, espero, bendecida con un espíritu fuerte, inspirando a los demás a ser valientes, a esperar, a vencer . . .
Hace poco, un amigo me preguntó: "Pues, qué es la solución?" No tenga una; pero sí sé esto:
Que reconocer nuestra humanidad compartida es esencial.
Que no tengo la menor idea cómo sería hacer una jornada tan peligrosa, así que debo ser humilde cuando hablo de los que lo han tenido que hacer.
Que sí, es necesario tener fronteras, pero mantenerlas no debe tracionar nuestros ideales.
Que los niños no deben ser separados de sus madres y padres.
Que nuestra larga historia de la intervención militar en Latinoamérica ~ y especialmente en Centroamérica ~ es una razón principal por la cual tantas personas están huyendo de los paises del "Triángulo del Norte". Por esto, nuestro país tiene mucha responsabilidad por esta crisis humanitaria y debemos considerar cómo mejor podemos ayudar a estos paises.
Que sería mejor gastar el dinero que actualmente se gasta en ese miserable "Muro" para conseguir más jueces y cortes para que los migrantes que buscan asilo podrían hacerlo. Claro que muchos no serán aprobados, pero serían tratados con respeto y nos encontraríamos "al lado correcto de la historia."
Es lo que yo sé. Hoy, por lo menos.
En mi ultima noche en los campamentos, le ayudé a un joven padre a traducir algunos documentos. Cuando llegó la hora de irme, me miró con una sonrisa triste y me dijo sinceramente, "Gracias. Me alegro que puedas cruzar." Crucé el puente despacio, con lágrimas en los ojos, mientras regresé a mi vida tan libre y espaciosa, mirando al río que ha robado las vidas de tantos inocentes que sólo buscaban ser libres.
La niña con los ojos danzantes ~ Perlita ~ me recordó una cosa más que yo sé:
Que a veces una niña alegre de 4 años ~ cuyos ojos brillan fuertemente a pesar de la oscuridad que la rodea ~ a veces alguien tan aparentamente insignificante puede salvar nuestras almas, si solo pudiéramos tomar el tiempo de verla, realmente verla.
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