I notice paramedics attending to a man in the park, and I glance over to see if it's anyone I know. It's my friend, Rob.
I've written about him before. He's the man (apparently homeless) who crosses my path with surprising regularity. Walking with a wool blanket draped over his shoulders, he has a quiet dignity that is hard to describe. It's the craziest thing: I'll pull up to a stop sign, and there he is, crossing right in front of me. I'll be lost in thought, looking out my kitchen window, and there he is, walking across the park. I'll be cooling down after a run, and there he is, coming out of the 7/11, trying to get where he's going before dark. Year after year, it has happened so often, and at such surprising times, that I've come to feel a spiritual connection with him. I think of him often, especially when the weather is foul: Where is he sleeping? How does he stay warm and dry? He seems so self-sufficient, but he is getting old. Lately, his sturdy gait has slowed and I have noticed him stopping from time to time to catch his breath. He does not accept help and does not respond to greetings, always keeping his eyes downcast. I sometimes leave a cup of hot chocolate next to him on the park bench and just keep walking, so he won't feel threatened.
There is a woman talking with the paramedics. They are gentle and respectful as they help Rob, and I am grateful; I know how strong the stench coming from his body is. Not wanting to be intrusive, I cautiously approach and ask if she knows him. "I'm his sister," she tells me. She talks of his schizophrenia, how she lost contact with him for a long time, but found him a few years back. I am surprised to learn that he has had an apartment all this time, but was recently evicted. His sister lives north of Seattle and she tries to come as often as she can to check up on him; but it's hard, since he is so suspicious. I am in the process of offering to help when a man approaches. I recognize him as the Republican zealot from up the street. How do I know this about him? Well, the ridiculously over-sized George W. Bush signs on the side of his house during the Iraq War, followed by the NOBAMA signs, were a clue. We've engaged in conversation a few times over the years, but we don't know each other well.
Today we watch as Rob walks with the paramedics toward the ambulance ~ that he agrees to go with them is a sign of how sick he is at this point. We share stories of watching him over the years, and I discover that my conservative neighbor has been as worried about him as I have. As phone numbers are exchanged, we agree to be there for our friend.
I walk back home, savoring this common purpose we have found: friends of Rob, unlikely allies, coming together to help. And for a while, at least, the world seems just a little bit lighter.
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amigos
Vi que los paramédicos ayudaban a un hombre en el parque, y eché un ojo para ver si era alguien que conocía. Era mi amigo, Rob.
He escrito antes acerca de Rob. Es el hombre (aparentemente homeless) que cruza mi camino con una regularidad sorprendente. Caminando con una cobija de lana sobre sus hombros, tiene una dignidad tranquila que es difícil de describir. Mi conexión con él es algo extraño; llego a una señal de pare, y ahí está, cruzando enfrente de mí. Estoy sentada en la mesa de mi cocina y ahí lo veo, cruzando el parque. Estoy caminando despacio después de una corrida, y ahí está, saliendo del la tienda 7/11, tratando de llegar a donde vaya antes del anochecer. Año tras año, ha sucedido tantas veces y tan inesperadamente, que he llegado a sentir una conexión espiritual con él. Pienso de él muy a menudo, especialmente cuando hace mal tiempo: ¿Dónde duerme? ¿Cómo se mantiene caliente y seco? Parece tan autosuficiente, pero se hace viejo. Ultimamente su paso se ha vuelto más lento, y lo he visto sentarse a recobrar el aliento. No acepta ayuda y no responde a los saludos, andando siempre con la mirada baja. A veces dejo una taza de chocolate caliente junto a él en el banco del parque y sigo caminando sin mirarlo, para que no se sienta amenazado.
Una mujer está hablando con los paramédicos. Son respetuosos y amables mientras le ayudan a Rob, y estoy agradecida; sé que el hedor que viene de su cuerpo es aplastante. No quiero entrometerme, así que me acerco con cuidado y le pregunto que si lo conoce. "Soy su hermana," me dice. Habla de su esquizofrenia, de cómo perdió el contacto con él por mucho tiempo, encontrándolo hace unos años. Me sorprende averiguar que ha tenido un apartamento todo este tiempo, pero que hace poco fue desalojado, Su hermana vive al norte de Seattle; trata de visitar a menudo, pero es difícil, ya que él es tan sospechoso. Le estoy diciendo que quisiera ayudar cuando se acerca un hombre. Lo reconozco como el fanático republicano que vive cerca de mí. ¿Cómo es que sé esto de él? Pues, los carteles de George W. Bush, absurdamente gigantescos, enfrente de su casa durante la guerra en Irak, seguido por los carteles NOBAMA, eran una pista. Hemos conversado de vez en cuando, pero no nos conocemos bien.
Hoy observamos mientras Rob camina con los paramédicos hacia la ambulancia ~ que él accede a acompañarlos indica que se siente muy mal. Compartimos historias de haberlo observado durante muchos años, y descubro que mi vecino conservador ha estado tan preocupado por él como yo. Mientras intercambiamos números de teléfono, nos ponemos de acuerdo a ayudar a nuestro amigo.
Regreso a mi casa, saboreando este propósito común que hemos descubierto: amigos de Rob, aliados improbables, juntándonos a ayudar. Y por un momento, por lo menos, el mundo parece un poquito más ligero.
I walk back home, savoring this common purpose we have found: friends of Rob, unlikely allies, coming together to help. And for a while, at least, the world seems just a little bit lighter.
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amigos
Vi que los paramédicos ayudaban a un hombre en el parque, y eché un ojo para ver si era alguien que conocía. Era mi amigo, Rob.
He escrito antes acerca de Rob. Es el hombre (aparentemente homeless) que cruza mi camino con una regularidad sorprendente. Caminando con una cobija de lana sobre sus hombros, tiene una dignidad tranquila que es difícil de describir. Mi conexión con él es algo extraño; llego a una señal de pare, y ahí está, cruzando enfrente de mí. Estoy sentada en la mesa de mi cocina y ahí lo veo, cruzando el parque. Estoy caminando despacio después de una corrida, y ahí está, saliendo del la tienda 7/11, tratando de llegar a donde vaya antes del anochecer. Año tras año, ha sucedido tantas veces y tan inesperadamente, que he llegado a sentir una conexión espiritual con él. Pienso de él muy a menudo, especialmente cuando hace mal tiempo: ¿Dónde duerme? ¿Cómo se mantiene caliente y seco? Parece tan autosuficiente, pero se hace viejo. Ultimamente su paso se ha vuelto más lento, y lo he visto sentarse a recobrar el aliento. No acepta ayuda y no responde a los saludos, andando siempre con la mirada baja. A veces dejo una taza de chocolate caliente junto a él en el banco del parque y sigo caminando sin mirarlo, para que no se sienta amenazado.
Una mujer está hablando con los paramédicos. Son respetuosos y amables mientras le ayudan a Rob, y estoy agradecida; sé que el hedor que viene de su cuerpo es aplastante. No quiero entrometerme, así que me acerco con cuidado y le pregunto que si lo conoce. "Soy su hermana," me dice. Habla de su esquizofrenia, de cómo perdió el contacto con él por mucho tiempo, encontrándolo hace unos años. Me sorprende averiguar que ha tenido un apartamento todo este tiempo, pero que hace poco fue desalojado, Su hermana vive al norte de Seattle; trata de visitar a menudo, pero es difícil, ya que él es tan sospechoso. Le estoy diciendo que quisiera ayudar cuando se acerca un hombre. Lo reconozco como el fanático republicano que vive cerca de mí. ¿Cómo es que sé esto de él? Pues, los carteles de George W. Bush, absurdamente gigantescos, enfrente de su casa durante la guerra en Irak, seguido por los carteles NOBAMA, eran una pista. Hemos conversado de vez en cuando, pero no nos conocemos bien.
Hoy observamos mientras Rob camina con los paramédicos hacia la ambulancia ~ que él accede a acompañarlos indica que se siente muy mal. Compartimos historias de haberlo observado durante muchos años, y descubro que mi vecino conservador ha estado tan preocupado por él como yo. Mientras intercambiamos números de teléfono, nos ponemos de acuerdo a ayudar a nuestro amigo.
Regreso a mi casa, saboreando este propósito común que hemos descubierto: amigos de Rob, aliados improbables, juntándonos a ayudar. Y por un momento, por lo menos, el mundo parece un poquito más ligero.