Tuesday, February 16, 2016

i refuse to live in fear/me niego a vivir en el miedo

                       (Traducción al español a continuación)


 

I could not remember where it was.

In the early December darkness, I lit the first candle on my Advent wreath. Thinking of the slaughter in San Bernardino, I realized with a start that I simply could not recall where the previous mass shooting had happened. It had been earlier in the week ~ I remember holding my breath when I saw the headline this time. Please, God, not another one.

I found my self completely disoriented. Longing to get my bearings, but resisting the urge to step away from the candle to go google the forgotten information, I chose instead to remain in the uncertainty of the moment. This was not a comfortable place to be.

So many shootings.

I could not remember.

I have a bumper sticker on my car that reads: I REFUSE TO LIVE IN FEAR. People have come up to me in parking lots to thank me for it. It's almost an "aha moment" for them when they read it: "Yes, that's it! That's what I've been feeling. Thank you for the words."

It appears that our societal default setting is to pour gasoline on the flames of fear when they rise up. Bombarded with information ~ much of it unsettling ~ we hunch over our devices with heads down and thumbs at attention, ready to react NOW. And react we do: no reflection or time to actually feel ~ just finger pointing and shared (with "friends"!) incendiary commentary, memes, and articles. Flames of fear burn through any possibility of discourse and mutual respect. 

Buddhist teacher Pema Chodron talks about the power of the pause ~ not just when faced with fear, but in any situation in which we are tempted to respond throughtlessly and automatically. Pausing is a way to really feel the energy of the situation ~ and when it's threatening energy, that requires some determination and courage. If we stay put (and look up from the device and out at the world), we may see the possibility of reacting in a different way. This is a big part of refusing to live in fear, and it means saying yes to living in openness and curiosity.

Lately, Naomi Shihab Nye's beautiful poem, Kindness, has been rattling around in my heart. One line, in particular, has become almost a mantra, whenever I find myself afraid of another person or group of people:

You must see how this could be you . . . 

I have been struck by how quickly my fear is defused when I name this simple fact, when I actively remind myself of the mystery of our shared destiny and interconnectedness. It is even more powerful when I extend it to our Mother Earth. When I say it and mean it, it changes everything, and calms my heart.

Here's the poem:

Before you know what kindness really is
you must lose things,
feel the future dissolve in a moment
like salt in a weakened broth.
What you held in your hand,
what you counted and carefully saved, 
all this must go so you know
how desolate the landscape can be
between the regions of kindness.
How you ride and ride
thinking the bus will never stop,
the passengers eating maize and chicken
will stare out the window forever.

Before you learn the tender gravity of kindness,
you must travel where the Indian in a white poncho
lies dead by the side of the road.
You must see how this could be you,
how he too was someone
who journeyed through the night with plans
and the simple breath that kept him alive.

Before you know kindness as the deepest thing inside,
you must know sorrow as the other deepest thing.
You must wake up with sorrow.
You must speak to it till your voice
catches the thread of all sorrows
and you see the size of the cloth.

Then it is only kindness that makes sense anymore,
only kindness that ties your shoes
and sends you out into the day to mail letters and purchase bread,
only kindness that raises its head
from the crowd of the world to say
It is I you have been looking for,
and then goes with you everywhere
like a shadow or a friend.

Kindness, by Naomi Shihab Nye 
(Written in Colombia)

And so I remember. That most people are decent and good. That they have dreams and hopes and challenges, sadness and joy. I'm not afraid when I remember this; instead, I feel empowered to love and to care.

It is not Advent anymore. In fact, Ash Wednesday just passed. In spite of my current status as a marginal Catholic, I received the black smudge of ash on my forehead as a stark reminder that we are only passing through ~ to dust we shall return. And if we want to take full advantage of our stay on this beautiful orb, it's good to remember (paraphrasing part of the Ash Wednesday reading from Second Corinthians):

Now is the acceptable time to refuse to live in fear. Now.

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me niego a vivir en el miedo






No pude recordar dónde fue.

En la oscuridad de diciembre, encendí la primera vela en mi corona de Adviento. Recordando la matanza en San Bernardino, me di cuenta de que no recordaba dónde había ocurrido la balacera antes de ésta. Sucedió la semana pasada ~ recuerdo que contuve el aliento cuando vi el titular esta vez. Ay, Dios, por favor, que no haya pasado otra vez.

Me sentí perdida. Queriendo orientarme, pero resistiendo el deseo de dejar la vela para googlear la información olvidada, me quedé en la incertidumbre del momento. Fue un lugar sumamente incómodo.

Tantas balaceras.

No pude recordar.

Tengo una calcomanía en mi coche que dice: ME NIEGO A VIVIR EN EL MIEDO. A veces la gente que la ve se acerca para agradecerme. Es casi un "momento ajá" para ellos cuando lo leen: "Sí, eso es! Es lo que he sentido. Gracias por las palabras."

En la sociedad moderna, solemos echar la gasolina a las llamas del miedo. Bombardeado con demasiada información ~ muchas veces inquietante ~ nos quedamos como hipnotizados, mirando nuestros teléfonos inteligentes, con los pulgares en la posición firme ~ listos para reaccionar INMEDIATAMENTE. Y sí, reaccionamos: sin la reflexión o el tiempo para sentir profundamente, vuelan por todos lados las opiniones, memes, y artículos incendiarios (compartidos con "amigos"!). Las llamas del miedo destruyen cualquier posibilidad de conversación o respeto mutuo.

La maestra budista, Pema Chodron, habla del "poder de la pausa" ~ no solamente cuando nos enfrentamos al miedo, sino también en las situaciones en que nos sentimos tentados a responder automáticamente y sin reflexión. Detenernos (o practicar la pausa) es una manera de sentir, realmente, la energía de la situación ~ y cuando es una energía amenazadora, se requiere algo de determinación y coraje. Si nos quedamos en el momento ~ levantando la mirada de las distracciones ~ podemos ver la posibilidad de reaccionar de una manera nueva y diferente. Negarse a vivir en el miedo es vivir con el espíritu abierto y con la curiosidad.

Últimamente, la hermosa poesía de Naomi Shihab Nye, Bondad, ha estado ocupando mi corazón. Un verso, especialmente, se ha hecho casi una mantra, siempre que me encuentro temiendo a otra persona o grupo de personas.

Debes ver como ése podrías ser tú.

Me ha impresionado qué tan rápido se calman mis miedos cuando digo esta simple frase, cuando me recuerdo activamente del misterio de nuestro destino compartido y nuestra interconexión. Es más poderoso aún cuando lo extiendo a nuestra Madre Tierra. Cuando lo digo, cambia todo.

Aquí está la poesía:

Antes de saber lo que realmente es la bondad
debes perder cosas
sentir que el futuro se disuelve en un momento
como la sal en un caldo.
Lo que sostenías en tu mano,
aquello con lo que contabas y cuidabas,
todo debe irse para que sepas
qué tan desolado puede ser el paisaje
entre las regiones de bondad.

Antes de conocer la suavidad de la bondad,
debes viajar donde el indio con un poncho blanco
yace muerto al lado del camino.
Debes ver como ése podrías ser tú,
como él también era alguien 
que viajaba por la noche con planes
y el simple aliento que lo mantenía con vida.

Antes de reconocer la bondad como lo más profundo de tu interior,
debes conocer la tristeza como la otra cosa más profunda.
Debes despertar con dolor.
Debes hablar con él hasta que tu voz
capte el hilo que enlaza la trama de todos los pesares
y descubras el tamaño de la tela.

Entonces es sólo la bondad que tiene sentido,
sólo la bondad que ata los cordones de tus zapatos
y te envía al día a mandar cartas y comprar pan,
sólo la bondad que alza su cabeza
sobre la muchedumbre a decir
Es a mí quien has estado buscando,
y entonces te acompaña por todos lados
como una sombra o un amigo.

Bondad, por Naomi Shihab Nye
(Escrito en Colombia)

Y recuerdo: que la mayoría de las personas son decentes y buenas. Que tienen sueños y esperanzas y desafíos, tristezas y alegrías. Pierdo el miedo cuando pienso así, y me siento capaz de amar verdaderamente.

Ya pasó la estación litúrgica de Adviento, y la semana pasada llegó el Miércoles de Ceniza. A pesar de ser, actualmente, una católica marginal, recibí la mancha negra de las cenizas en mi frente, como recuerdo de que sólo estamos pasando por este mundo, que todo es transitorio ~ al polvo volveremos. Y si queremos aprovecharnos de nuestra estancia en este bello planeta, nos conviene recordar (parafraseando una parte de la lectura del Miércoles de Cenizas de 2 Corintios):

Ahora es el tiempo aceptable para negarse a vivir en el miedo. Ahora.